A lo largo de los diez últimos años de esta década que ya roza su final, hemos podido ser partícipes de la aparición de tecnologías que de un modo u otro han cambiado nuestras vidas, productos que han marcado un antes y un después, y servicios y aplicaciones sin las que ahora no podríamos vivir. Sin ir más lejos, el que a día de hoy es el sistema operativo más utilizado en el mundo, Android, era poco más que una beta.
Claro que diez años también dan para meter la pata. Unas cuantas veces. Por eso, aunque la década del 2010 será recordada –entre otras muchas cosas– como una época de avance y evolución en lo relativo a la industria tecnológica, no queríamos dejar pasar la oportunidad de volver a otorgar su minuto de gloria a todos aquellos productos, dispositivos o conceptos que, si son recordados dentro de diez años, no será precisamente por su éxito.
Essential
Cuando uno de los “padres de Android” anunció su proyecto en solitario, muchos esperaron que el Essential Phone fuese exactamente lo que el mercado de los móviles Android de gama alta necesitaba. Y por una parte, lo era: un smartphone con un diseño bonito y construido con materiales robustos, con software limpio y cuyo soporte dos años después de su lanzamiento, sigue sorprendiendo, y unas especificaciones punteras teniendo en cuenta cómo estaba el mercado en aquel momento.
Pero el propio Andy Rubin tuvo que enfrentarse a una de las realidades más crudas de esta industria: hacer teléfonos es fácil. Hacer buenos teléfonos, no tanto. El Essential Phone llegó a un precio que lo situaba en la misma gama que modelos de renombre como los Galaxy S8, Google Pixel y demás móviles de la competencia, con la diferencia de que éstos no contaban con un software repleto de bugs, una cámara que como mínimo se podía calificar de mediocre y un formato modular confuso y con mucho trabajo por delante.
Eso, sumado a los casos de escándalo sexual y fraude millonario en los que se vio inmerso el propio Rubin, llevó al Essential Phone al fracaso absoluto, y a la marca a, supuestamente, cancelar los planes de lanzar un nuevo modelo.
Google Glass
Y hablando de productos que al principio prometían y que quedaron en nada, no podemos olvidarnos de las Google Glass. Este accesorio, que parecía salido de una película de ciencia ficción, llegó en 2014 con la idea de reemplazar nuestro smartphone colocando una pequeña pantalla frente a nuestro ojo, junto a un par de micrófonos y un sistema de transmisión de sonido a través de inducción ósea que permitía interactuar con el sistema operativo precargado en las gafas.
Nexus Q
Ni siquiera el aura de confusión que rodeaba a este extraño dispositivo evitó que todas sus unidades se agotaran poco después de salir a la venta a un precio de 299 dólares. Poco después nos topamos con la realidad: el Nexus Q era un centro multimedia extremadamente caro teniendo en cuenta sus limitaciones, pues a los 299 dólares había que sumar el precio de los altavoces y sus correspondientes cables, y aún así únicamente sería posible consumir contenido siempre y cuando éste estuviera disponible en alguna de las plataformas de la familia Google Play –Música y Películas– y de YouTube.
El desenlace no fue menos llamativo: tras meses de retrasos a la hora de enviar los dispositivos, Google decidió cesar el soporte del Nexus Q, y en última instancia llegó incluso a regalar algunas unidades de los prototipos que no se llegaron a vender.
Amazon Fire Phone
Intentando extender el relativo éxito de sus tablets Fire, Amazon anunció en 2014 el Fire Phone, su primer y único smartphone. El móvil estaba basado en Android, aunque como el resto de dispositivos de la serie Fire, contaba con un software altamente personalizado y con el acceso a los servicios de Google deshabilitado. Siendo este último uno de los motivos por los que la compañía de Jeff Bezos reportó unas pérdidas de 200 millones de dólares achacadas al lanzamiento de este producto. Al menos la firma fue honesta, y reconoció que el precio de 649 euros que costaba originalmente el terminal fue un error.
Los smartphones de Facebook y HTC
Y hablando de compañías que deciden lanzar smartphones pese a no tener ninguna necesidad de hacerlo, no podíamos olvidarnos de Facebook. No es que el camino de la compañía de Mark Zuckerberg haya estado libre de tropiezos en esta última década, pero el caso de los terminales creados en colaboración con HTC se merecía sin duda un hueco en esta selección.
Primero llegaron los HTC Salsa y HTC ChaCha –o ChaChaCha, según el mercado–, dos teléfonos que, salvo por el gran botón físico con el logo de Facebook que permitía –para sorpresa de nadie– abrir la app de la red social, no desentonaban demasiado dentro del catálogo de la taiwanesa. El verdadero fracaso vino después, cuando Facebook decidió lanzar el HTC First.
Este terminal se intentaba distinguir del resto a través de un launcher llamado Facebook Home que mostraba contenido publicado por nuestros amigos de Facebook en la pantalla de inicio las 24 horas del día.
Project Ara
Todos queríamos que Project Ara acabase siendo lo que Google nos prometió. Poder añadir más potencia, memoria o batería, mejores cámaras o simplemente reemplazar componentes de tu móvil cuándo y como tú quieras. ¿Quién no desearía tener un smartphone así?
Lamentablemente, tras años de trabajo en la sombra y algún que otro teaser de lo más prometedor, Google decidió abandonar por completo su concepto de smartphones modulares extremadamente personalizables debido a los obstáculos técnicos y los elevados costes que supuso el desarrollo de esta tecnología.
Samsung Galaxy Home
En agosto de 2018, Samsung se subió al carro de Google, Amazon y Apple, y decidió lanzar el Galaxy Home, su propio altavoz inteligente basado en Bixby. Llegó mayo de 2019, y el Galaxy Home aún no estaba a la venta, aunque Samsung nos dijo que estaría listo solo un mes más tarde. Y un mes más tarde, la marca volvió a retrasar, esta vez de manera indefinida, un producto que ya desde su presentación generaba ciertas dudas.
Teniendo en cuenta que estamos a punto de entrar en 2020 y el Galaxy Home aún no ha llegado a las tiendas, me temo que no hay que ser ningún experto para deducir que no será precisamente un éxito del nivel de los Amazon Echo o Google Home. Además, ¿por qué alguien querría comprar un altavoz inteligente con Bixby?
Red Hydrogen One
Una pantalla holográfica, cuerpo de titanio, módulos intercambiables y la veteranía de una de las principales compañías dentro del campo de la fotografía y el vídeo profesional eran los puntos fuertes del RED Hydrogen One, y los que lo llevaron a ser uno de los móviles más esperados del pasado año. Claro que también fue el ejemplo más claro de que lo mejor es no dejarse llevar por el hype.
Su pantalla recordaba más a la de una Nintendo 3DS que a la de un dispositivo futurista y extremadamente caro. Los módulos de cámara jamás llegaron a ver la luz, y la experiencia general con el teléfono era simplemente nefasta, además de contar con unas especificaciones que ya se habían quedado anticuadas en el momento de su lanzamiento –al menos para un móvil de 1.200 dólares– debido a los retrasos. Por eso no sorprende que, antes de finalizar 2019, RED decidiera abandonar el proyecto.
Pantallas 3D en móviles
El fracaso del 3D en los televisores debería habernos dado algunas pistas sobre las necesidades de los usuarios. En su lugar, firmas como HTC y LG decidieron hacer caso omiso e introducir pantallas 3D en algunos de sus smartphones, si bien en estos casos no era necesario de gafas específicas para poder disfrutar de este efecto. Fue el caso de los LG Optimus 3D y 3D Max y HTC Evo 3D.
Cerca de nueve años después del lanzamiento de estos tres teléfonos, no hemos vuelto a ver pantallas 3D en ningún otro smartphone salvo en el ya mencionado RED Hydrogen One. Y viendo el resultado de este último, me temo que no nos hemos perdido demasiado.
Nokia X
Antes de aliarse con HMD Global y comenzar a crear fantásticos smartphones basados en Android, Nokia ya lo intentó, de la mano de Microsoft, con la serie Nokia X.
Por algún motivo que aún hoy se nos escapa, a Microsoft se le ocurrió lanzar teléfonos de Nokia basados en Android, con una capa de personalización que imitaba el software de los terminales Windows Phone, y con un único botón capacitivo que dificultaba de manera innecesaria la navegación por el sistema. Por no hablar de sus especificaciones mediocres, la inexistencia de servicios de Google y otras decisiones cuanto menos cuestionables que hacían que estos terminales simplemente no tuvieran hueco en un mercado repleto de alternativas mucho más recomendables.
Ouya
Otro caso de los que duele especialmente es el de OUYA. Presentado en 2012, este concepto prometía fusionar lo mejor de Android con lo mejor de las videoconsolas en un pequeño dispositivo cuadrado que llegaría a un precio de 99 euros.
OUYA comenzó siendo un proyecto financiado colectivamente, que superó con creces los objetivos de recaudación hasta el punto de llegar a ser uno de los proyectos con mayor financiación que jamás hayan pasado por Kickstarter. Sus creadores prometieron una experiencia única al reunir los mejores juegos para Android optimizados para grandes pantalla –tras su lanzamiento la lista ascendía a 1.249 títulos–, además de contar con un mando propio que permitiría sacar todo el partido a la plataforma.
Pero lo cierto es que OUYA supuso una gran decepción una vez se produjo su llegada al mercado. La experiencia que ofrecía la plataforma era mediocre, como también lo era la variedad y calidad de los juegos disponibles. Más tarde, Razer decidió adquirir la compañía, pero ni siquiera una de las firmas especializadas en el terreno del gaming fue capaz de resucitar el proyecto, que acabó siendo abandonado en 2019.
Google Plus
La historia de Google con las redes sociales es digna de estudio. Una de las últimas víctimas en acabar en el cementerio de productos y servicios de la gran G fue Google Plus, una plataforma que llegaba con la idea de plantar cara a Facebook, y que acabó siendo utilizado solo por unos pocos, antes de cerrar sus puertas en 2019 de manera anticipada después de que Google descubriese una brecha de seguridad.
Daydream
Tampoco fue precisamente exitosa la plataforma de Google orientada a la realidad virtual. Porque, siendo sinceros, ¿a quién demonios le interesa la realidad virtual en smartphones?
Poco más de tres años después del lanzamiento de esta iniciativa, Google anunció que, pese a mantener disponibles las herramientas de Daydream, cesaría el desarrollo de mejoras y servicios orientados a esta tecnología, y en su lugar centraría los esfuerzos en el desarrollo de ARCore, su plataforma de realidad aumentada.
Smartphones modulares
De una forma similar a la de los smartphones plegables en 2019, los teléfonos modulares parecían la próxima gran revolución allá por 2016. LG lo intentó y fracasó con el G5, y Motorola no tuvo mucho más éxito con los Moto Mods, si bien a diferencia de la marca surcoreana, Motorola aún apuesta por ellos. Más tarde lo intentaron otras firmas, entre ellas Essential, RED, corriendo la misma suerte que aquellas marcas pioneras en este aspecto.
Y es que resulta que a los usuarios no nos gusta tener que gastarnos aún más dinero para “completar” un smartphone por el que ya hemos pagado dinero, mucho menos cuando tenemos la certeza de que estos accesorios no serán compatibles con futuros dispositivos. Precisamente por eso el concepto universal de Project Ara sí despertó nuestro interés de una forma que ninguna otra tecnología de este tipo ha logrado hacerlo.
Google y la mensajería instantánea
Tras probar suerte en repetidas ocasiones con Google Talk, Hangouts y Google Allo, entre otras y abandonar todos y cada uno de estos proyectos, todo apuntaba a que Google habría decidido desmarcarse del terreno de la mensajería instantánea, y dejar que iMessage y WhatsApp reinasen en sus respectivos mercados.
Pero no fue así. En su lugar, Google decidió apostar por la tecnología RCS para hacer de ella el sistema de mensajería universal en Android. ¿El problema? Que para ello dependía de las operadoras, y éstas no estaban precisamente por la labor de hacer que el despliegue fuese lo suficientemente ágil.
Por ello, en junio de 2019 Google decidió hacer ella misma el trabajo de las operadoras y comenzar el despliegue del RCS. Pero ni siquiera esto ha supuesto un avance notable, y aún hoy recae en manos de los usuarios la tarea de activar este sistema en caso de querer utilizarlo.
Cámaras digitales con Android
Cuando la industria tecnológica descubrió las infinitas posibilidades de Android, y el conocido como “Internet de las Cosas” aún no era un concepto en pleno auge, lo más común era ver dispositivos de todo tipo corriendo el sistema operativo de Google. Un caso curioso fue el de las cámaras digitales.
Y digo curioso porque, sobre el papel, el hecho de introducir un sistema operativo tan avanzado como Android en este tipo de dispositivos parecía tener sentido. Al fin y al cabo, se facilitarían procesos como el envío de imágenes o su publicación en plataformas sociales. Pero pronto nos dimos cuenta de que las desventajas, tales como una autonomía que se veía perjudicada, o las pérdidas en la calidad de las imágenes debido a la propia naturaleza del sistema operativo –a pesar de que en sus inicios fuera a ser un sistema operativo para cámaras— y la forma en que trabaja con el hardware de los dispositivos, pesaban más que los beneficios que pudiera aportar este sofware.
Esto, sumado a la imparable escalada de calidad fotográfica de los smartphones Android, hizo que las cámaras digitales fueran perdiendo fuelle de cara a los usuarios más ocasionales dada la conveniencia de llevar un móvil con una buena cámara en el bolsillo. Por eso no hemos vuelto a ver dispositivos como el Samsung Galaxy S4 Zoom o la Galaxy Camera.
BlackBerry
Otro caso digno de estudio es el de BlackBerry, La compañía canadiense llegó a situarse en lo más alto del mercado telefónico en la época pre-Android, y sus dispositivos eran un objeto de deseo al nivel de los iPhone –salvando las distancias–. Pero una estrategia que no se ejecutó a tiempo, llevó a la firma a prácticamente desaparecer del mapa… hasta que en 2016 decidió intentarlo de nuevo, esta vez de la mano de Android.
BlackBerry PRIV fue el primer modelo con Android de la compañía, centrado en la privacidad con el objetivo de atraer a los usuarios de ámbito profesional y preocupados por su seguridad. Y aunque el teléfono no estaba del todo mal, la unión con la gigante china TCL se tradujo en nuevos dispositivos mediocres y carentes de personalidad –exceptuando los KeyOne y Key2— que acabaron pasando por el mercado sin pena ni gloria.
Wear OS
Si la situación del mercado de las tablets Android te resulta pesimista, es que no has echado un ojo al pequeño mundo de los relojes inteligentes basados en la plataforma de Google.
Comencemos por el principio: en 2014, Google presentaba una versión de Android destinada a relojes inteligentes llamada Android Wear, que posteriormente ofrecería a los fabricantes con el objetivo de crear un mercado repleto de smartwatches Android para todos los gustos y necesidades. Parecía una buena idea, hasta que llegaron los primeros relojes, que destacaban –y no para bien– por un rendimiento y autonomía pobres, y un software muy lejos del nivel del incluido en el Apple Watch.
Fueron pasando los años, y Android Wear pasó a llamarse Wear OS, pero el estado de la plataforma era tan desalentador como siempre: los fabricantes seguían creando relojes con especificaciones anticuadas — a día de hoy la mayoría de los relojes siguen llevando una versión recortada del Snapdragon 400 del año 2012–, y el software estaba tan limitado como siempre. Además, ni siquiera Google parecía estar conforme con la situación de la plataforma, dado que no solo no ha lanzado ni un solo reloj bajo su marca made by Google, sino que en 2016 rechazó lanzar los LG Watch Sport y Style con su marca dado que éstos no cumplían sus requisitos de funcionamiento.
Llegamos a 2019. Wear OS sigue como siempre, pero Google ahora cuenta con una buena parte de la propiedad intelectual de la división de smartwatches Fossil, y además ha adquirido la totalidad de FitBit. ¿Significa esto que 2020 será el año de Wear OS? Lo dudo, pero soñar es gratis.
Samsung Galaxy Note7
El encargado de cerrar esta lista de fails de la década no podía ser otro que el único móvil que obligó a las aerolíneas a prohibir a los usuarios llevarlo consigo en los vuelos, y a Samsung a enviar a sus compradores cajas a prueba de incendios. Una de las mayores fuentes de memes que han surgido del sector tecnológico en los últimos diez años, y, a decir verdad, uno de los casos que más nos duele porque, a pesar de todo, el Samsung Galaxy Note7 era un fantástico smartphone.
Pero un fallo en el diseño de sus baterías que podía causar un cortocircuito, traduciéndose esto en última instancia en deflagraciones espontáneas, lo cual acabó llevando a Samsung a retirar todas y cada una de las unidades enviadas del Galaxy Note7, y finalmente suspender sus ventas de manera indefinida, no sin antes enviar una actualización que limitaba la carga de la batería para evitar que surgiesen más casos.
En defensa de Samsung hay que decir que se mostró transparente en todo momento, y nunca renegó de la existencia de los problemas ni se dejó detalles por explicar. Por supuesto, también envió a los afectados smartphones con los que sustituir sus Galaxy Note7. Todo ello acabó costándole a la compañía cerca de 5.000 millones de dólares, y un agujero negro en la historia de la serie Galaxy Note que, por suerte, acabó siendo superado gracias al buen trabajo realizado con los nuevos modelos de esta serie.
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